sábado, 19 de marzo de 2011

3 Capítulo - Mariposas de la noche

 Este es un libro de historias entrelazadas en forma de cuentos, Que ve la luz aquí por primera vez y se irá editando de forma Online, por este mismo medio.
Si quieres seguir la historia encontrarás cada semana el último capítulo en la última entrada del blog y los anteriores en las etiquetas del menú derecho de la página principal. También podrás dejar tus comentarios.

                                          PREFACIO

    A esas mujeres que hacen su metamorfosis de crisálida a mariposa tan solo para vengarse de un desengaño. Mis respetos.
    A esas mujeres que despliegan sus alas cada noche obligadas a cubrir  las necesidades de un hijo. Mis respetos
    A esas mujeres que decidieron volar de noche llevadas por sus  propias decisiones y placeres. Mis respetos.
    A todas esas mujeres, en general, que, por estas o diferentes razones trabajan en bares nocturnos, Vaya mi reconocimiento por la infinidad de veces que han prestado su oído para escuchar al atormentado, su mano para confortar al triste, su risa para alegrar una amargura y por último su cuerpo, donde muchos encontraron, quizás,  su único refugio.
      Y por si acaso, al leer estas páginas, alguna de ellas se reconoce a si misma o a alguna de sus compañeras, sepa que por razones obvias he cambiado todos los nombres. Pero todo lo demás no es simple casualidad.

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MARIPOSAS DE LA NOCHE
                                     Capítulo 3


UNA DE PIRATAS

       La gran mayoría de las "chicas” provienen, como es de esperarse, de un extracto social bajo. Por eso, vivan en una villa o un barrio suburbano, tratan cotidianamente con algunos seres marginales que allí habitan.
      A Carla le gustaba compartir con ellos, una que otra cerveza de esquina que acompañaban los chismes y las risas. Risas que al crisol de los días se fundían todas en una y emergían en algo nuevo: muy adentro de cada uno de ellos se formaban los lazos de una fraternidad distinta a la que usualmente conocemos.
      Ella sabía que podía contar con esos amigos para cualquier cosa, por "pesada" que ésta fuera.
      Pequeña de estatura, de carácter risueño e infantil, Caminaba con movimientos inquietos dando idea de un gorrión con sus saltitos al picotear las migajas esparcidas entre el rojo pedregullo del sendero de algún parque. Ella dejaba entrever fácilmente sus raíces hablando "reo", lo que no le desentonaba, tomando en cuenta  el oficio que ejercía.
      Hasta aquí llegaría lo que se podría decir de ella, quien como muchas otras no tienen en su vida grandes cosas que contar, o mejor dicho si las tienen pero no las cuentan.
Hasta el episodio de una noche:
     
     Tres extraños tipos habían llegado al boliche y sentados alrededor de una mesa ofertaban a varias mujeres sin éxito. También la abordaban a ella. Ninguna accedería a tranzar con varios clientes a la vez, así de una, a menos que hubiera mucha plata, y este no era el caso. Acusaban que eran pampeanos de pasada en Buenos Aires y por ser el cumpleaños de uno de ellos buscaban una chica para rematar la fiesta. Carla desconfiada, como muchas otras, dijo también que no.
     Al cierre salió en busca de algún remís para llegar a su casa. Adonde nunca llegó.
    Al día siguiente temprano por la noche, algunos de esos amigos de Carla, avisados por la familia de ella, se presentaron en el boliche a indagar, dejando a todos, a la vez, muy preocupados al enterarse entonces de su ausencia.
     Fue una de sus compañeras quien recordó y dio datos de esos tres, que con sus insistentes ofertas y pesadez verbal molestaron a las chicas hasta casi la madrugada
     Con la segura sospecha de que Carla había sido secuestrada acudieron varias noches seguidas al boliche, A los dos días sin noticias decidieron pasar a la acción. Todos colaboraron para solventar la aventura de viajar al sur. no era factible que acudieran a la policía, daban por supuesto la falta de preocupación de esta por lo que pudiera haberle pasado a una simple copera
      Alguien suministró el automóvil.
      Alguien las armas.
      Ellos el arrojo.
      Fueron cuatro.
      Armados hasta los dientes…

      De aquí el titulo de esta historia.
     Aún hoy al recordarla la comparo con una de esas viejas películas de piratas, en que todos malos, porque todos son piratas, algunos un poco más buenos les ganan a los un poco más malos:

      Las naves se miden a la pasada, estribor con estribor. Las escotillas de los cañones escupen su mortífero fuego como si el mismo infierno abriera la boca de cada uno para gritar. La metralla de metal surca los aires embistiendo el flanco de las naves, haciendo astillas de toda la madera que encuentra a su paso. Las arboladuras crujen en sus últimos intentos de sujetar el velamen que cede algunas de sus partes totalmente desgarradas. El humo de la pólvora devuelve el eco de los gritos salvajes desde ambas naves que ven a sus cubiertas teñirse de rojo sobre sus costras de sal.
      Los dos galeones se encuentran heridos pero igualmente viran y enfrentan nuevamente sus proas, decididos cada cual a conquistar al otro como señores del mar...
     
    Siempre di por entendido que, la importancia que tienen estos combates, en el cine es la de mantenernos en vilo mientras rescatan a la muchacha, casi siempre hay una, con el único fin de satisfacer al capitán, quien también la pretende, mientras una maltrecha tripulación festeja la captura del botín, y del otro barco, Contando entre ellos el número de sobrevivientes, a sabiendas que, ahora son menos para repartir.    
     Pero, el hecho es que ninguno de los cuatro de esta historia era familiar de Carla, ni siquiera la deseaban. Y no había botín a repartir más que el cumplir con la cofradía  que ellos mismos, se imponen. Esto que no se ve a simple vista, Parece papel firmado para algunos grupos marginales de nuestra sociedad.

       Después de recorrer varias localidades aisladas de La Pampa, visitando "pirigundines" al fin la encontraron: La mantenían encerrada, en una vieja pocilga de ladrillos alpargatonados revocados a cal que todavía se mantenía en pie merced al puntal de sus puertas y ventanas rematadas en coloniales rejas. La rescataron, según se supo, mostrando sus armas en la cintura, solamente para amedrentar.

       Pasado los días no se supo más de los amigos de Carla. ninguno de ellos volvió al boliche. Pero todos sabían que estarían por "allí" para cuando ella los necesitara.
      Ella disfrutaba de su recuperada libertad entre copas y risas con sus compañeras.
      Desde ese episodio, cuando, alguna vez, converso con ella, me parece a mi, al menos, que lleva un pañuelo rojo atado en la cabeza y que un parche negro le cruza la cara…

Continuará...
Próximo Capítulo el domingo 27 de Marzo de 20112


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4 comentarios:

  1. Es una historia desgarradora, pero magistralmente descrita.

    Mis felicitaciones, me encanta tu estilo...

    Un beso

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  2. Muchas gracias Bea. me enorgullece el elogio de alguien como tu, que escribe y de una manera tan maravillosa.(Mi lista de blog "El secreto")también sigo tu historia atrapante. Un abrazo grande.

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  3. Dani : me encanto tu relato,tu estilo atrapa y entusiasma un fuerte abrazo

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