sábado, 14 de julio de 2012

Girando en la diana


GIRANDO EN LA DIANA


Monique. Cumplimentaba su quehacer cien veces aprendido y cien veces practicado con una sonrisa pintada por una falsa alegría sobre su cara. Pero, su mente estaba muy lejos en esos momentos. Viajaba encabalgada sobre nacientes sentimientos que galopaban en su pecho desbocados hacia el augurio de un nuevo amor que la esperaba…y ella tanto deseaba.

De esos brazos que la volvían sensiblemente pequeña. Herida, como un ave que busca amparo sanando sus alas en un paisaje más apacible que el cotidiano coto de caza…

De esos ojos que con solo mirarla la escalaban conquistando las murallas de sus “no” y de todos los imposibles que ella intentaba…

De esa boca que por tibia y por húmeda prometía en su resguardo el refugio de cada uno de sus besos y de todos los suspiros que exhalaban desde su alma…

Pero, Monique no era libre… estaba casada. Por eso, justamente esta noche hablaría con su marido para decirle de la manera más suave, si es que la hubiera, que ponía fin a esa pareja y se marchaba, con su amante, a otra vida y a otras esperanzas.

Ahora, no era el momento. ¡No!... Debería esperar a más tarde, cuando la función hubiese terminado y detrás del telón se apague hasta el último eco de los aplausos que cada noche, junto a los vítores, despertaban.

Quieta, de perfil como la imagen griega de una estatua vio a su esposo, por el rabillo del ojo, alzar la mano… Un destello metálico cortó el aire y cual rayo de plata en plena tormenta aventó su destello y con un crujido seco se ensartó a escasos tres centímetros de su mano. Y allí quedo vibrando el cuchillo como queriendo dormirse sobre su temblorosa palma. El segundo rozó su hombro, bretel de filo en la daga… y le siguieron otros… El último, sobrepasando en peligro a todos los lanzamientos, casi que besó su boca al clavarse a muy escasos centímetros de su cara, completando el circundo de su silueta sobre la diana.

Los dos, se aturdieron de aplausos, sonrieron e inclinaron sus cabezas para marcharse apresuradamente, por oscuros pasillos, hacia los camarines, sugerido escenario donde los espejos asistirán de obligados testigos al desenlace del drama.











PD : Desde pequeño y hasta la actualidad los números y actos circenses encierran, para mí, cierta magia. En esta oportunidad, intento,  como en otras hacer uso de los medios audiovisuales que nos permite Blogger para entregarles este nuevo relato entreteniéndolos al compartir con ustedes parte de esa magia. No se pierdan el video a menos que sean personas altamente impresionables.


Jaster - Lanceus de coteaux
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