LARGA ESPERA
No me atrevo a mirarte siquiera
ni un minuto, un segundo, ni nada,
ni un hálito en vida acompasada
del reloj que, hoy, detener quisiera.
No me atrevo a hablarte, ni fuera
a gritarte la palabra ansiada
que, en mis labios, agoniza encerrada
soportando su más larga espera.
¡Ah! Si mi voz cobarde pudiera
escaparse de mi, valentonada,
Te contaría mi amor embelesada.
Mas, callada sin mirarte siquiera,
soportando su más larga espera,
muda vive, junto a ti, encadenada.
NIDAEL DORÉ
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NIDAEL DORÉ
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