sábado, 30 de abril de 2011

9 Capítulo - Mariposas de la noche



MARCHITOS TULIPANES 



Vivieron felices muchos años, él le enseñaba todo lo que había que saber sobre las flores y ella era su alumna atenta y amorosa por cada uno de esos días, plantando, cultivando y aplicando cada cosa que aprendía. Y así fue…hasta la enfermedad de los tulipanes.

    Esas flores eran la principal producción del vivero que compartían. Planta exótica de por sí pero  también muy delicada, con hrmosas flores, que crecen apuntando hacia el cielo su tallo largo y verde que rematan en apretado puñado de pétalos, afanados en reproducir los más vivos tonos de colores,  de esas albas y ocasos, que los elfos y las hadas se encargan de resplandecer.
Nadie sabía bien cuál era la enfermedad que los atacaba. Pero se esperaba que después de la hibernación de los bulbos esta desapareciera. Esto significaba pasar toda una temporada sin mandar esas flores al mercado. ¿Y qué del sueldo de las dos personas que trabajaban para ellos? Cada una era un especialista en su oficio. No podían perderlas. ¿Y la deuda del banco? Seguro no esperaría. Poco a poco, él se sumió en depresión y cayó gravemente enfermo.  

    Fue entonces que Laura tomó la decisión de volver a trabajar, Las puertas del boliche se hicieron sarcásticas un guiño de ojos entre sí, al verla llegar. No había otro lugar donde pudiera ganar el suficiente dinero para hacer frente a las obligaciones económicas que tenían contraídas. Mientras él que estaba totalmente en contra de esa decisión fue dejando de dirigirle la palabra.

    Seguía siendo muy atractiva, nadie que la mirara deduciría que caminaba por la senda de las cuatro décadas. Presentaba un aspecto muy juvenil, era alegre, cordial y de unos modales tan delicados que la hacían destacarse dentro del extraño ambiente en el que desarrollaba su trabajo. Noche a noche concurría a trabajar, la primera en llegar y la última en irse. Solo sus compañeras sabían que no estaba a gusto volviendo y que tenía que armarse de gran fuerza para dejar a su marido por las noches, quien estaba cada vez más enfermo y, cuando le preguntaban por él, solía contestar – ¡El va a mejorar cuando florezcan los tulipanes! –

    Y al igual que los tulipanes que entregan sus hojas secas para que se desprendan solas o se marchiten junto con el tallo en los últimos días del verano, el marido de Laura empeoraba marchitándose también. Igual que ellos volvíase marrón. Contrayéndose sobre sí mismo hasta hacerse muy pequeño en su lecho de enfermo. Como las plantas que cultivaba, que se retraen al final de temporada y hechas camote se acuestan a dormir cansadas, a esperar una nueva primavera. Y cuando le preguntaban por él - ¡El va a mejorar cuando florezcan los tulipanes! –

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Con sus danzas de hojas en el viento. Con la lluvia repicando sobre charcos y  los niños con sus barcos de papeles, muy despacio, lentamente, se escaparon los meses del otoño…

Y Laura vio como con ellos se escaparon sus alegrías…

Pudo cumplir con las deudas, pero su marido ya no le hablaba.

Y más tarde llegó el frío…

Con sus hojas de afeitar sobre la cara. Con sus mantos de rocío blanquecino y sus costras de escarchas sobre el agua. Perezosos, cachacientos, se escaparon los meses de ese invierno…

Y Laura vio como desertaban esperanzas…

Su marido muy enfermo le esquivaba la mirada.


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 Una mañana de Septiembre, donde hasta el sol acudió más temprano para estar presente y no perderse de nada, Laura abrió la puerta para salir de su trabajo y se encontró con él, de pie, apenas recuperado, en el medio de la acera y tan pequeño como era, sonriendo, con los brazos rebozantes de esas flores que traían las promesas de un nuevo mañana. Laura corrió hasta su abrazo y hundió la cara entre los tulipanes para ocultarle todo el caudal de lágrimas que llevaba acumulando y que recién hoy, por fin, derramaba.

 Nunca más se la vio. Dicen que ella canta, alegremente, dentro de los coloridos pasillos del vivero, regando a diestra y siniestra, los almácigos inundados de colores. Mientras que él, con un aire enamorado, la mira feliz y orgulloso de tener esa flor entre sus flores.

                                                                            NIDAEL DORÉ

Continuará...
Último capítulo el Domingo 8 de Mayo de 2011

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sábado, 23 de abril de 2011

8 Capitulo - Mariposas de la noche

8 Capitulo - Mariposas de la noche

    Este es un libro de historias entrelazadas en forma de cuentos, Que ve la luz aquí por primera vez y se irá editando de forma Online, por este mismo medio.
Si quieres seguir la historia encontrarás cada semana el último capítulo en la última entrada del blog y los anteriores en las etiquetas del menú derecho de la página principal. También podrás dejar tus comentarios.

                                          PREFACIO

    A esas mujeres que hacen su metamorfosis de crisálida a mariposa tan solo para vengarse de un desengaño. Mis respetos.
    A esas mujeres que despliegan sus alas cada noche obligadas a cubrir  las necesidades de un hijo. Mis respetos
    A esas mujeres que decidieron volar de noche llevadas por sus  propias decisiones y placeres. Mis respetos.
    A todas esas mujeres, en general, que, por estas o diferentes razones trabajan en bares nocturnos, Vaya mi reconocimiento por la infinidad de veces que han prestado su oído para escuchar al atormentado, su mano para confortar al triste, su risa para alegrar una amargura y por último su cuerpo, donde muchos encontraron, quizás,  su único refugio.
      Y por si acaso, al leer estas páginas, alguna de ellas se reconoce a si misma o a alguna de sus compañeras, sepa que por razones obvias he cambiado todos los nombres. Pero todo lo demás no es simple casualidad.

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8 Capitulo - Mariposas de la noche


CARNAVAL DE VENECIA

No es mi intención en esta serie de cuentos juzgar a ninguna de las mujeres que se ganan la vida en los boliches nocturnos. Nada más lejos de mí. He conocido a muchas de ellas y con algunas he cultivado fuertes amistades. Me han relatado sus historias. He vivido sus dramas. Compartido sus risas y me he conmovido con sus llantos. Guardo por todas y por cada una un profundo respeto. Más allá del oficio que ejercen, cada una de ellas pertenecen a una familia, donde cumplen sus papeles de hijas, hermanas o esposas de alguien, y muchas responden a la difícil tarea de ser madres.




   No todas las chicas hacen “salidas” desde el boliche hacia el hotel alojamiento. Algunas simplemente recaban sus honorarios del cobro del porcentaje del total de copas conseguidas. Pero aquellas que si lo hacen, mantienen bien en firme el propósito de separar su oficio de la persona que son. Procuran que nunca esos dos mundos en los que habitan se mesclen. Este es uno de los propósitos de no trabajar con su propio nombre. Por esto, cada una, a su manera, tiene escondido dentro del amplio guardarropa de su vida. Las prendas de un personaje misterioso que al vestirlas les entrega no solo su apodo o alias, sino que se adueña de ellas, caminando con sus pasos, elaborando sus ademanes, facilitando su risa y colocando gotas de miel sobre los tonos de su voces. De esta manera llegan a sentirse fuertes y en total control de sus nocturnos actos. Pero lo que en verdad consiguen al enmascararse de esta manera, es poder escapar de la censura de sí mismas, ocultando bajo las cristalinas aguas de sus risas cada uno de los miedos que la acometen y acallando en el borde acristalado de las copas, que consumen, los desesperados gritos de su dolor.

    Silvia era una de ellas. Y algo más. Sus ojos y sonrisas prometían escondidos secretos a develar. El movimiento mecido de sus cabellos derrochaba en dorado, como maduras mieses acunadas al vaivén de los vientos, en adormecidos trigales, mientras las mariposas de sus manos dibujaban sus extravagantes vuelos bajo el sol. 
   
    Hacia pocas salidas, no porque no fuera requerida, por el contrario, era una de las mas pretendidas por los hombres. Sucedía que aparte de ser una de las más caras, ella elegía a su gusto con quien salir. Disfrutaba de actuar así. Se sentía por sobre ellos como subida en un pedestal. Inalcanzable, deseada. Miraba con cierto despecho a todos, mientras todos, a la vez, la deseaban. En la consigna de que… “La difícil es la que cuenta”… el personaje que asumía, por las noches, se adueñaba de ella totalmente y la convertía en toda una reina de la amazonia sentada en su trono eligiendo, al final de cada noche, a alguno de sus exaltados cortesanos, para sus efímeros e indiferentes encuentros.

     Para esto, en su casa, dejaba abandonado y desnudo sobre el piso, en un costado de su dormitorio, a su propio ser. Mientras lentamente se calzaba sobre el cuerpo unas cortas enaguas tejidas con concupiscencia. Coloridos vestidos  bordados de voluptuosidad. Y unas altas y llamativas botas para que cumplieran el cometido de alejarla del suelo y no sentir, bajo sus pies, ningún atisbo de la realidad. Como último detalle de este atuendo, mirándose al espejo y con una sonrisa, se colocaba un antifaz que ella misma había confeccionado con las más grandes dosis de indiferencia e insensibilidad. Y así, dejaba de ser ella, para ser otra persona la que concurriera a trabajar, escondiendo su verdadero rostro debajo de inventadas máscaras, como un personaje más de un veneciano carnaval.


   La música inventaba invisibles espirales en el centro del salón invitando a bailar a las risas y voces que permanecían circundantes en espera de la pieza preferida. La poca luz del salón recortaba, en negro sobre las paredes, las siluetas de los presentes, en posturas tan grotescas como absurdas semejantes a títeres dislocados por la acción de enredados hilos.

   Silvia al regreso de una de esas salidas, delató la  desesperación de sus pasos, en corrida hacia los vestuarios, lo que puso en alerta a varias de sus compañeras, quienes corrieron también detrás de ella.
   Ante la interrogación de las demás, con palabras entrecortadas por la dificultad del llanto, pudo explicar que le sucedía. Así, sus amigas se enteraron, que esa noche, en el transcurso del reciente encuentro de intercambio de sexo por dinero, su cuerpo la traicionó obligando al personaje que la habitaba a dejar de lado los ropajes con que ella se ocultaba y defendía. Y en un momento único de agravada debilidad, sujeta por unos poderosos brazos y bajo las amorosas embestidas de quien la poseía., se descubrió a sí misma indefensa y abandonada, y arrastrada de pronto a un arrebato de pasión que la llevó hacia los profundos abismos del éxtasis, desde donde regresó envuelta en un fuego tan abrazador que para extinguirlo tuvo que recurrir al auxilio de un par de solitarias y saladas lágrimas.

   Desde esa noche y por este hecho, ella, nunca más regresó a trabajar.

   Todavía hoy, permanece pisoteado y sucio, en el piso del boliche, el puñado aquel de indiferencia, con el que Silvia se disfrazaba, totalmente ignorante de su abandono persistiendo en mantener la inútil y caprichosa forma de un antifaz.

                                                                  NIDAEL DORÉ


Continuara...
Proximo capítulo el Domingo 1 de Mayo de 2011


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domingo, 17 de abril de 2011

7 Capítulo - Mariposas de la noche

7 Capitulo - Mariposas de la noche

    Este es un libro de historias entrelazadas en forma de cuentos, Que ve la luz aquí por primera vez y se irá editando de forma Online, por este mismo medio.
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                                          PREFACIO

    A esas mujeres que hacen su metamorfosis de crisálida a mariposa tan solo para vengarse de un desengaño. Mis respetos.
    A esas mujeres que despliegan sus alas cada noche obligadas a cubrir  las necesidades de un hijo. Mis respetos
    A esas mujeres que decidieron volar de noche llevadas por sus  propias decisiones y placeres. Mis respetos.
    A todas esas mujeres, en general, que, por estas o diferentes razones trabajan en bares nocturnos, Vaya mi reconocimiento por la infinidad de veces que han prestado su oído para escuchar al atormentado, su mano para confortar al triste, su risa para alegrar una amargura y por último su cuerpo, donde muchos encontraron, quizás,  su único refugio.
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7 Capítulo - Mariposas de la noche



EN LAS TELAS DE UNA ARAÑA



      Los años iban dejando huellas en Mara, cobrándole el alto precio de su vida nocturna. Pero, bueno, tenía una hija, Marita, de quien preocuparse, y debía enfrentarse a todo sin ayuda de nadie por lo que, a no ser por los días en que su hijita estuvo enferma, nunca faltó a  su trabajo de alternadora.

     Un buen día noto que las arrugas  comenzaron a presentarse en su cara. Primero fue una línea fina alrededor de sus ojos, luego otras en la comisura de los labios y de a poco fueron  arando con surcos el liso de su frente. Dándole un aspecto mayor en años de los que en verdad tenía.

     Era como si una invisible y laboriosa araña entretejiera, con el marcado nerviosismo de sus patas, los primeros hilos de una finísima tela. Allí, muy por debajo de su piel. Por cada noche... la araña, abocada a su tarea, tejía un nuevo pedacito de la nueva tela...

   Su vida era rutinaria. Por la mañana llevaba a Marita al colegio. Lavaba la ropa, al regresar y hacía las compras. Más tarde retiraba a Marita. Cocinaba para las dos. Para culminar en el largo y merecido descanso de la tarde y por la noche de vuelta a la noche de copas.

    En esas largas tardes de siesta, su hijita jugaba, con una enorme variedad de juguetes que había podido comprar la trasnochada vida de su madre. Normalmente lo hacía sola, recurría a esa peculiar y fértil imaginación que tienen los niños para inventarse imaginarios y fieles compañeros de juegos. Así, el patio de su casa era de pronto: la verdulería, el almacén o la panadería donde hacía las compras su mamá.  Otras veces imitaba clases, aprendidas en el colegio, acompañándolas de palabras y gestos, mientras le acomodaba posturas a su muñeca preferida.
         Al crecer, Marita, fue cambiando esos inocentes juegos de muñecas por las cosas de mujer de la cartera de su madre. Así, el rouge y los cosméticos, hacían malogrados intentos de pintarle la cara  mientras  chancleteaba el patio con la dificultad forzada por unas negras sandalias de tacones altos, muchos números más grandes. Las mismas negras sandalias que por las noches recorrían, los rincones oscuros del boliche entre un cliente y el otro.

      Mientras, la araña tejía…

      El rostro de Mara seguía cambiando, como cambian las hojas, que resecas y amarronadas son arrancadas de los árboles por los vientos del otoño, quienes las empujan al paso de la gente en transitadas veredas, donde son pisoteadas para terminar fragmentadas y perdidas en  los acumulados montículos de la hojarasca.


      Marita, con el paso de los años se convirtió en mujer, Conoció un muchacho y como era propio de sus jóvenes años se enamoró. Al poco tiempo y a disgusto de Mara, se fue a vivir con él. No duró mucho la relación. Un buen día el muchacho la dejó por otra. Marita regresó con su madre, pero embarazada.

      La araña seguía tejiendo sus intrincados hilos…

    Ya Mara, con el peso de los años encima, se sentía vieja y cansada para seguir haciedose cargo de las tres.

      Así fue que Marita, ya madre también de una hijita, repitiendo la dramática broma de ese cruel destino que se entretiene creando laberintos en las vidas de algunas personas, cayó en la red de la misma araña.
    Por lo tanto, aquella que de chiquita imitaba a su madre, taconeando las descoloridas baldosas del patio de su infancia,  recorre ahora sus mismos pasos trabajando en la noche y en el mismo boliche.

      La cara de Mara tiene ya la suficiente cantidad de arrugas para que la araña, por fin, dé por terminada su obra. Pero empujada por su propia naturaleza, no habrá de tomarse ningún descanso…

      Ahora tiene un nuevo rostro para tejer...

                                                                                      NIDAEL DORÉ

Continuara...
Proximo capítulo el Domingo 24 de Abril de 2011
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sábado, 9 de abril de 2011

6 Capitulo - Mariposas de la noche

    Este es un libro de historias entrelazadas en forma de cuentos, Que ve la luz aquí por primera vez y se irá editando de forma Online, por este mismo medio.
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                                          PREFACIO

    A esas mujeres que hacen su metamorfosis de crisálida a mariposa tan solo para vengarse de un desengaño. Mis respetos.
    A esas mujeres que despliegan sus alas cada noche obligadas a cubrir  las necesidades de un hijo. Mis respetos
    A esas mujeres que decidieron volar de noche llevadas por sus  propias decisiones y placeres. Mis respetos.
    A todas esas mujeres, en general, que, por estas o diferentes razones trabajan en bares nocturnos, Vaya mi reconocimiento por la infinidad de veces que han prestado su oído para escuchar al atormentado, su mano para confortar al triste, su risa para alegrar una amargura y por último su cuerpo, donde muchos encontraron, quizás,  su único refugio.
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MARIPOSAS DE LA NOCHE
                                              Capítulo 6

TRES LÍNEAS DE UN TRIANGULO

      Ella, tenía todos los rasgos que son necesarios para su profesión, alta, bonita, de caminar ondulante, era lo que se dice una mujer atractiva. En plena juventud, cualquier gesto que pronunciara le quedaba bien. Desde el reír a carcajadas hasta los más simples, como encender un cigarrillo dibujando hoyuelos en cada una de sus mejillas o el beso entre cristales del roce de sus labios al beber el sorbo de alguna copa.

       Ahí uno de sus problema, Vicky apoyaba sus labios en demasiadas copas. Es costumbre en los boliches llamar “copa dama” la que recibe por invitación una chica y “copa caballero” la que consume el cliente, que paga por las dos adjudicándose el derecho de conversar un rato con la mujer en cuestión. Conversación que suele durar lo que duran las copas mismas. Por lo que la chica abandona al cliente con la promesa de volver después para ir en busca de otras clientes y otras nuevas copas. De esta forma alterna entre cliente y cliente, de ahí la palabra “alternadora” con que se las llama. Así, van sumando las suficientes comisiones para cobrar de su cuenta al final de la noche. Las copas tienen dos notables diferencias entre ellas, aparte del nombre, una el precio la copa femenina dobla en precio a la masculina y la otra la desconocida es que al pedido de dos “whiskolas”, se sirve  primero una medida abundante de whiski con el corte de una bebida cola, pero a la dama se le sirve al revés toda la copa es cola con apenas un chorrito de Whiski flotando en la superficie. De esta forma se evita que la chica se embriague. Pero Vicky reclamaba muy seguido mas whiski en sus copas. Así transcurrían sus días monótonamente Hasta que comenzó a trazar una larga y negra línea que en forma oblícua se deslizó desde su "trabajo" a su vida personal.

      El, era joven y robusto, con cabello muy corto. Podría decirse que era su “marido”, una forma familiar de llamarlo, puesto que convivía con ella. Ya tenía trazada una parte de la línea de su vida. Pasaba sus días entre el precario hogar que había formado con ella y las largas jornadas de servicio que le exigía su trabajo: Era agente de la policía.

       El otro, era jóven también, pero mucho más agraciado, tenía la ventaja de estar cerca de ella todas las noches, era el mozo de barra del mismo boliche, disponiía las cervezas, whiskis y whiskolas y en sus pequeños ratos libres comenzó a trazar su propia línea con palabras dulces al oído de ella.

      Cada una de éstas líneas iban camino a juntarse en un triangulo…

      Según la definición del diccionario Triángulo: es un polígono de tres lados y tres ángulos. Sus ángulos suman siempre ciento ochenta grados. Y con relación a sus lados los triángulos pueden ser equiláteros, isósceles y escalenos, según tengan los tres lados iguales, dos iguales ó tres desiguales.

      Pero, para el triángulo que se estaba formando cabría una cuarta categoría, la de pasional.

      Un día, Vicky, le comunicó a su marido que lo dejaba por otro y en medio de una airada discusión, bolsón en mano, golpeó con fuerza la puerta de su casa y se marchó.

      No entraré en detalles de si su marido la quería, a su manera, por supuesto, ya que de otra forma no le permitiría "hacer la noche", o que, quizás, lo único que le importaba era ¿Quién lavaría ahora su ropa? ¿Quién cocinaría o quién le daría el cotidiano calor dentro de la cama?  Pero éste enloqueció, y desesperado revolvió cielo y tierra para encontrarla. Y la encontró.
      Fue en la casa de una compañera de trabajo de ella, quien al principio intentó impedirle el paso, pero este, a los gritos y empujando la puerta consiguió entrar en la vivienda.

     Los vidrios de las ventanas de las vecinas casas, translucían curiosos ojos prestando su oído atento para interpretar en el griterío, a falta de poder ver, lo que se presentaba como incierto desenlace.   
 
     Siendo ya media mañana y después de trabajar toda la noche, Vicky estaba acostada, Y aunque la cubrían las sábanas, éstas marcaban pronunciadamente las formas de su cuerpo lo que, a simple vista, demostraba su desnudez. A su lado, en iguales condiciones estaba su nuevo amante

     Que se crucen las líneas en la vida de algunas personas provocando risas y lágrimas es historia de todos los días. Pero... ¿Qué hace que se crucen?.  Es la pregunta sin respuesta. Sin respuesta también es ¿Cómo responderíamos, cada uno de nosotros ante la misma o similar situación?.

       Tres vidas se enfrentaban.
       El triángulo se había cerrado
       Y el triángulo de estas vidas sumaba los ciento ochenta grados establecidos en su norma.
       De ciento ochenta grados fue, también, el giro que pegó esta historia en el momento en que el marido, a los pies de la cama y, contrariamente a lo que uno supondría para cuando un hombre encuentra a su mujer en cama con otro hombre, sin agregar que en este caso, el hombre en cuestión era policía, y que llevaría consigo, como lo indica su reglamento, su propia arma, tan sólo se sentó y rompió a llorar suplicando que volviera con él.

      Ella, cedió ante el llanto del “marido”, pero argumentaba que lo único que le impedía volver a su hogar era el no poder abandonar a su nuevo amante.
      Con algunas deliberaciones de por medio el marido, de mala gana, accedió a que este la visitara
     Y el amante, que por lo que duro la charla, permanecía en silencio, sin decir esta boca es mía, asintió con la cabeza diciendo – Por mí no hay problema -
     
      Esta historia, a más de su propio drama, tiene la particularidad de no haber terminado en el final trágico que se preveía. Pero vale para su análisis que él triángulo, vivido por estas personas, aparte de pasional, le asiste la tipificación del diccionario para los triángulos según sus lados.
     
     Equilátero: Cada cual reveló esos ángulos oscuros que tienen algunos seres humanos que, medidos entre sí, dieron un único resultado: Los tres eran iguales

                                                                          NIDAEL DORÉ

Continuara...
Próximo capitulo el Domingo 17 de abril de 2011


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