viernes, 22 de junio de 2012

Dos monedas en la fuente


Dos monedas en la fuente



La moneda, lanzada al intercambio de un deseo, dio dos vueltas en el aire y un chapuzón en el agua antes de descender, lentamente, hasta el fondo de la fuente donde quedó cara arriba, justo enfrente de otra moneda de igual valor que la miraba.

Así quedaron, las dos monedas, desafiantes cara a cara.

Beatriz. Intentaba poner romas las afiladas aristas de sus palabras. No quería dañar… No quería herir… Pero, sabía que igualmente lastimaba…

-¡No tuve intención de herirte! Simplemente sucedió…-

Su amiga la escuchaba, moviendo con pesadumbre la cabeza mientras se esforzaba en detener el tembladeral de sus manos ocultándolas detrás de su espalda.

-…me enamoré de él sin quererlo y ahora no puedo dar marcha atrás. Sé que tú lo querías…sé que él te quería… Pero ahora todo cambió… Ahora me quiere a mí y yo a él. ¡Lo tienes que aceptar! –

Su amiga bajó la cabeza queriendo hallar en el piso las perdidas pisadas de sus fugitivas palabras y tan solo encontró baldosas de mudez y un pedazo de cemento para el nudo en la garganta. Dolía, lo que Beatriz le decía. Dolía el pensar que ese hombre ya no era suyo y dolía aún más saber que ya no era a ella a quien amaba.

Tan amigas antes y hoy…

Dos lobas retorciéndose, heridas, en el mismo cepo, atrapadas
.
Dos impalas apuntando testa con testa sobre el verde interminable de la sabana.

Dos mascarones de proa de galeones enfrentados en su suerte de metralla y pólvora al fragor de la batalla.

Dos mujeres que amigas, se encuentran de repente, por un hombre, enfrentadas.

Beatriz guardo silencio al ver pintarse en el rostro de su amiga rasgos de dolor enmarcados, desde sus ojos, por dos finos hilos de plata

Y allá quedaron en la fuente las monedas arrojadas, por distintas manos y días, para un mismo deseo que, a más de cumplirse, irremediablemente las condenaba a una muerte lenta de tiempo y herrumbre, inconscientes de historias humanas, una junto a otra, debajo del agua, cara con cara.


Amiga mía - Valeria Linch
Acuerdate de apagar el reproductor de página antes de dar play al video