sábado, 19 de mayo de 2012

LUCES ENCENDIDAS


Quiero dar las gracias a la enorme cantidad de correos y comentarios recibidos con felicitaciones por mi premio. Me tomó bastante tiempo contestar a todos. Pido mil disculpas si alguno se me pasó por alto.
Aprovecho también esta entrada para dar la bienvenida a Pepe Lasala y a Quino. Blog de diamante y Blog de platino, respectivamente, quienes muy amablemente se adhirieron como seguidores de este blog.

Nuevamente muchas gracias.


LUCES ENCENDIDAS


La noche avanzaba arrastrando pesadamente sus tachos de brea donde impregnaba las brochas que pintaban de negro el rastro de sangre que dejaba en el cielo, la tarde al expirar.

Mónica, del lado de afuera del parapeto del puente, sobre la autovía, observaba bajo sus pies como las ordenadas  luces de los automóviles pasaban en ambos sentidos y a alta velocidad. Cualquiera que la hubiera visto de cerca habría notado por el temblor de su cuerpo, sus grandes ojos llorosos y  la lividez de su rostro que estaba dispuesta a saltar.

El vaho del primer rocío se levantó del suelo conformando en la garra que empujaba su espalda, un pájaro nocturno de estridente chillido batía sus alas dando vueltas en el aire y desde algún escondido lugar un perro  callejero aullaba tristezas a la oscuridad.

Él caminaba despacio, por la senda del puente, sumergido en sus pensamientos, cuando se percató de su presencia, mirándola sorprendido  detuvo sus  andar…

-¿Qué haces?- Preguntó él.

-¡Nada! Estar por estar…-

-¡Sí! Veo que estás…pero por fuera del puente. ¡Pásate para aquí, que te puedes caer!-

-¡Vete! Déjame sola… No quiero vivir más-

-¿Y por qué es eso?-  Volvió él a preguntar.

-Porque el hombre que quería me ha abandonado, se ha ido con otra y a mí me ahoga esta maldita soledad-

Él, a metro y medio de distancia, metió las manos en su campera en busca de cigarrillos. Encendió uno de ellos y dejó entrever  finos y atractivos rasgos a la luz del encendedor  que  ilumino su cara cuando la llama acudió solícita a la chispa del pedernal.  Soltó la primera bocanada de humo y totalmente relajado, guardo la cajetilla nuevamente en sus bolsillos y dejó que sus codos hicieran apoyo  sobre el barandal.

-Te contaré algo…- Dijo él -No hace mucho pensaba igual que tú, que mi vida no tenía sentido, que todo estaba perdido  y ya nada podía cambiar, hasta que recibí unos buenos consejos… Por ejemplo, mira allí… ¿Ves  a un costado de la autopista las luces encendidas de un bar?-

-Sí. Las veo. – Dijo ella - ¿Y qué con él?-

- Pues en ese lugar hay un viejo barman que todas las noches se ocupa de la clientela del lugar, está siempre atento a sus voces y a lo que cada uno le cuenta, compartiendo sus copas alegres llenas de risas o sus  cuitas cubriendo  de llantos el mostrador de cristal. Y porque comprende que cada persona es un ser único disfruta de ese momento, tan único y tan especial. Sabe que a la noche siguiente algunos regresarán al lugar, mientras otros… no volverán jamás. Sin embargo, cada noche,  a la hora del cierre, barre concienzudamente todos los papeles del piso, repasa con un paño húmedo a cada una de las mesas y limpia las cenizas y colillas de todos los ceniceros para, al otro día, volver a comenzar. Así nosotros debemos aprender que habrá amores en nuestra vida que por mucho que intentemos se irán y no volverán. Es entonces que debemos barrer el piso y limpiarnos de rencores y dolores,  las cenizas de nuestros ceniceros, porque al otro día… al otro… o al otro, es muy probable que un amor nos llegará. Y para que esto suceda debemos tener encendidas las  luces de nuestra entrada indicando disposición en nuestro espíritu y exhibiendo  nuestra alma con sus puertas abiertas de par en par. Solo así el amor entrará nuevamente  y se instalará.

-¿Sabes qué? Me has hecho recapacitar-  Dijo ella, Tras lo cual secó sus lágrimas y se devolvió al interior del puente  - ¿Me invitas a tomar algo?-

-¡Claro que sí! – Dijo él  - ¿Dónde te gustaría?

Y Mónica, tomada del brazo de él, sospechándose nuevamente enamorada,  le contestó:

 -¿Qué te parece si en ese mismo bar?-

Y se fueron  juntos, conversando animadamente. Atrás quedaron, solitarios en el puente, la sombra irritada de una parca  y un cigarrillo aplastado sobre la senda peatonal.


Marc Anthony & Ana Gabriel - Quiero vivir la vida amándote
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