sábado, 28 de mayo de 2011

LAS PLUMAS BLANCAS

LAS PLUMAS BLANCAS



   Los grandes camiones recalan de culata presurosos de concretar, en las plataformas de despacho, su cotidiana carga. El cartel con el nombre de la avícola rezando “Pluma blanca” no deja lugar a equívocos, de su mayoreo con productos de granja.

  Natalia, ostenta junto a las virtudes de sus jóvenes años: presencia, simpatía, amabilidad y disposición. Todo esto le vale para desempeñarse como la cara visible de la empresa. Por eso, no solo es la voz del mensaje de bienvenida grabado en el teléfono sino que es también la encargada de la receptoría de atención al cliente.

   Se urge atendiendo el teléfono, completando pedidos y boletas de cobranza con su singular amabilidad, repartiendo sonrisas a diestra y siniestra. Sin que nadie note que a ratos ella espía a través de los cristales de la ventana que da al playón, para ver si él ha llegado esa mañana.

  Se llama a la calma por verse nerviosa. No es la primera vez, ya lleva semanas esperando llamar la atención del nuevo repartidor que le arranca suspiros y que le ha robado, desde la primera vista, el corazón y el alma.

  A media mañana advierte como él estaciona y desciende de su vehículo, dedicándole una sonrisa y una tierna mirada, en el cruce casual frente a su ventana. Y ella siente un aluvión de mariposas revoloteando en su estomago, el  tintinar de cascabeles en sus oídos y un crecer de cosquillas en cada una de las palmas.

  ¡Ah! ¡Si él supiera…Cuantas noches vacías se duerme pensado en él! ¡Como abraza soledades entre sábanas tristes para resucitar con nuevas esperanzas al clarecer de cada mañana!  Así. Cada día bebe del agua de sus ojos, se alimenta del maná de sus sonrisas y desayuna con, tan solo, ver las formas de su cara. Pero, Al llegar de la tarde, muere apagándose con el sol si no ha recibido de él ni una sola palabra.

 ¡Como revive con solo mirarlo! ¡Ah! ¡Si él supiera cuanto lo desea!

  Y así, pasa los días dibujando corazones con iniciales en papeles sueltos que luego arruga y arroja dentro del cesto de basura que recibe sin quererlo el desecho de sus románticos sueños truncos y desencantadas esperanzas.

  Pero.  Un afortunado día, al atender el teléfono, escuchó su voz:

    -¿A qué hora salís?... ¿Te puedo esperar?... ¡Dale! Tomemos un café y luego… te llevo a tu casa-
  
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   Los años pasaron sin prisa y sin pausa. Natalia ya no pertenece al plantel de la avícola, es tan solo un ama de casa. Pero hoy sonríe feliz pues tiene a su lado a quien tanto deseaba y le ha llenado la vida con una hermosa pareja de niños a quienes mira correr jugando a los indios, con el improvisado disfraz de una cinta pampa, tejida en galones, sujetando una pluma sobre la frente, azarosamente de color blanca. 




Próximo capítulo el Domingo 5 de Junio del 2011



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sábado, 21 de mayo de 2011

LA TECLA VERDE

Hoy comienzo a editar, de a un cuento por semana, un nuevo libro "Corazones de colores"con historias enlazadas en un mismo tema. Esta vez el lazo de unión sera el amor. Son historias reales donde el único cambio producido es el estilo literario adoptado para contarlas. Algunas personas ya han consentido su publicación, otras perdidas en la distancia y en el tiempo no han sido avisadas. Por eso si alguien descubre en algunos de estos cuentos, una gran similitud con su vida real, sepan pues que no es simple casualidad.
                                                                          NIDAEL DORÉ



LA TECLA VERDE




     Intentó despertarse, pero no pudo, los duendes de la anestesia jugaban traviesos en el borde de sus párpados armando improvisados columpios en sus pestañas. Las figuras que se movían a su alrededor se veían fantasmales enfundadas dentro de sus blancos guardapolvos, yendo y viniendo como una compañía de ballet representando una obra impregnada de farmacología y desinfectantes.

    Volvió a cerrar sus ojos intentando comprender ¿Dónde estaba?... y ¿Qué hacía allí? Le vinieron a su mente esas trasnochadas horas frente a los programas televisivos de “Adivine la palabra”. Donde los ejercicios mentales, que rara vez concluía, le daban la embriaguez necesaria para no pensar en su solitaria vida. Quería olvidarse que su mayor preocupación era a la vez su mayor alegría: el hijo que la vida le había regalado. Quería olvidarse, aunque no podía, que por ese mismo hijo debía enfrentarse a todo con unas fuerzas y unas ganas que ya no poseía. Algo se había quebrado dentro de ella, algo difícil de reparar. Sus enormes deseos de, luego de ser madre, formar una familia se habían marchado en borroneadas anotaciones en los márgenes de amarillos calendarios. Quería olvidarse que ella también era culpable de esos errores, aunque no veía justo que pagara por ello tan alto precio. ¡Ojala! Le fuera tan fácil como cambiar los canales desde el remoto, el poder cambiar su vida. Horas frente al “Adivine la palabra” para no pensar en lo mucho que sufría soportando el peso de su soledad. Una soledad que, noche a noche, la visitaba produciendo el agobiante hueco, que le oficiaba de cuenco, para el llanto desolado en el blanco de su almohada.

      El cuchicheo de voces a su alrededor se le hacía inteligible, de a ratos, las imágenes llegaban y desaparecian, Toda vez que a ella le acudían los recuerdos.

    -Nombre de varón de seis letras que empiecen con “D”- repetía la locutora incansablemente, mientras la cartelera pasante al pie de pantalla mostraba los distintos mensajes de texto que anunciaban:

   -Escucha tal o cual música…-Decía uno...-Te llamo, llámame…-Otro...-Puede haber una esperanza…- Y otros muchos más...

    Y entre todos un mensaje que proclamaba un mañana…

   Escribió el texto en su celular y oprimió la tecla verde, pensando en cuantos interrogantes le traería el color de la esperanza. ¿Sería este un nuevo comienzo…? ¿La respuesta que esperaba a su agobiante soledad…?. 

  Los mensajes de texto fueron y vinieron… 
  Luego fueron las citas… 
  Después fueron los encuentros… 
  El decidir vivir juntos. 
  El renacer de la alegría con la aurora del mañana.

   ¿Cuánto duro esto? ¿Fue un año… o quizás menos? Cuando sobrevino la gran pelea. Y volvieron los fantasmas del pasado a rodearla con sus tinieblas de cuitas y desesperanzas…

   Nuevamente intentó abrir sus ojos. Cuchillas de dolor se clavaban en su carne. Un vacío enorme mordía dentro de su cuerpo y una infinita tristeza le tomaba el alma. Logró apenas incorporarse en la cama. Pudo, al fin, ver la totalidad de la sala. Las enfermeras iban y venían. Algunas mamás amamantaban. Reparó entonces en el recién nacido que pateaba las mantitas en la pequeña cuna al lado de su cama. En la mesa de auxilio de la cabecera el teléfono celular vibraba, Estiró su mano. Oprimió la tecla verde y un -¡Felicidades mamá!- con un virtual ramo de rosas le inundó la pantalla. Y entonces termino de recordar que aún seguían juntos. Con idas y venidas, encuentros y desencuentros, Que no estaba sola. Que lo tenía a él reafirmando su unión, en la llegada de este nuevo hijo, y que le expresaba su amor de la misma manera en que se conocieron con un mensaje de texto de tan solo dos palabras.

     Romina tomó suavemente al bebe entre sus brazos y apretándolo fuertemente contra su pecho, dejó caer sobre la mantilla que lo envolvía, toda su alegría convertida en un dulce racimo de lágrimas. 


Próximo cuento Domingo 29 de Mayo de2011




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sábado, 14 de mayo de 2011

UNA VIDA LLENA DE CRUCES

NOTA: Este cuento ha participado de Segundo Certamen de Cuento y Poesía de la Asociación Cultural Mariano Moreno de Bernal, Provincia de Buenos Aires, República Argentina, 18 de Diciembre de 2001. Donde recibió Mención de Honor y participación en la Antología que publicó la entidad ese mismo año. 




UNA VIDA LLENA DE CRUCES




    Se llamaba Clarisa. Provenía de una de esas villas de casuchas amontonadas donde el sol juega por las tardes, arrancando dorados reflejos en sus techos de chapas, sin conseguir con esto entibiar la pobreza de los que allí viven.

    Siendo apenas una niña, llevaba en sus ojos la más pura de las inocencias, mientras brincaba, en las estaciones del ferrocarril, como un pequeño gorrión, sobre los pescantes de los trenes, recorriendo sus vagones, desde el primero hasta el último, ofreciendo, en cada asiento, una variada colección de estampas de virgencitas, que brotaban de una en una, desde el cuidado apretujón de sus pequeñitas manos. De esta forma, con una sonrisa tierna y entradora conseguía, día a día, las suficientes monedas para llevarse a su hogar.

     Tenía por costumbre no entregar nunca la última estampa, guardaba aquella para tener a quien rogarle mientras se dormía por las noches. Virgencitas estas que, al parecer, escuchaban las oraciones de otros y no las de ella.

     Pasado el tiempo, en su pelea por la vida, se escabulló entre automóviles detenidos en cola frente a las luces rojas de los semáforos, con su peculiar sonrisa, ofreciendo pequeños ramitos de rosas, de esos envueltos en crujiente papel celofán y adornados por una cinta de color.

     -¡Hermosas flores por un peso!- Exclamaba, siempre sonriendo, como si ella tuviera lo mejor de la vida para sí, cuando no lo era. Pero gracias a esas sonrisas vendía mucho más.

     -¡Hermosas flores por un peso!- Repetía en su grito. Mientras, al igual que esos pimpollos, que ella vendía, pasados los días, entreabrían sus pétalos para convertirse en flor, ella misma, se iba transformando en una hermosa y atractiva flor. Una de esas que, a veces, vemos crecer, en inesperados y áridos lugares, luciendo mejor que otras atendidas con el mayor de los celos en los más suntuosos jardines.

     Su mayor contento se lo traían los días domingos. En la esquina de su casa, sobre la vereda, una improvisada rayuela de tiza, le servía de excusa para espiar a un chico de la misma villa que le gustaba. Se pasaba horas, saltando en un solo pie, arrojando piedritas y marcando cruces en el suelo, tan solo por verlo pasar…

    Una cruz para el uno…
    Una cruz para el dos…
    Otra cruz para el tres…
    Así, hasta llegar al cielo.

   Y el cielo se le abrió el día en que el chico le habló, invitándola a dar un paseo. Caminaron, hablaron, rieron y luego se besaron. Fue entonces que clarisa sintió que a sus pies le crecían alas y estas la llevaban por el aire, bajo un tibio sol que, al calentar su pecho, dejo abierto el grifo de la fuente de sus lágrimas. El llanto que gano sus ojos arrastró consigo aquellos otros muchos llantos acumulados al peso de una miserable vida. Es fácil comprender que aquellos que nada tienen, cuando aman, lo hagan con toda la fuerza de su corazón. Así, amo Clarisa. Y más… Mucho más…

     Un día decidieron vivir juntos…Y vivieron juntos…Y rieron juntos. Pero, luego sufrieron juntos. Viendo él que no podía escapar a la pobreza, Haya sido por amor, rabia o vicio, comenzó a delinquir. Esto hizo que al tiempo cayera preso.

     No importa cuánto ella se desesperó, no importa cuánto ella lloró…

    -¡Va a hacer mucha plata para sacarlo!- Le dijo el abogado. Y como mucha plata no era vender flores. Clarisa decidió el camino más rápido hacia el dinero que necesitaba. Y aquellas mismas luces rojas, viejas amigas, de los semáforos, la vieron llegar de vuelta. Pero, esta vez, para ofrecerse ella misma. Una hermosa flor por pocos pesos.

    Y ganó dinero. Pero este no pudo evitar que él, fuese condenado a pasar un largo tiempo en la cárcel, ni que a ella se le esculpieran en el rostro los rasgos de una pronunciada tristeza. Así fue, que aquella que siendo niña, marcaba cruces en el suelo por verlo pasar…marcó las mismas cruces en los almanaque para verlo regresar.

    Una cruz para el día…
    Una cruz por la semana…
    Otra cruz para el mes…
   Así, hasta llegar a completar el año.

    Y los años pasaron. Hasta que él salió en libertad. Recompusieron su vida. Ella lo esperaba, cada tarde, al regreso de sus mal pagadas changas, con un amor rebosante de sonrisas y besos. Por un tiempo lo logaron y todo iba bien, hasta que él volvió a alejarse del áspero camino para retomar el fácil atajo que ya antes lo había seducido y que, a veces, conduce a un profundo y fatal barranco. Un día ventiscoso en que el cielo se había nublado para no ver que sucedía debajo, murió baleado por la policía en un asalto.

   No fue necesario que Clarisa vistiera de luto, al encabezar el reducido grupo de personas que acompañó al féretro a su destino final. Negro fue el listón de su llanto y negro el traje de su dolor. Y aquella... que de niña había hecho por él cruces en el suelo. Aquella... que había marcado por él cruces en los almanaques. Colocó también por él una única y pesada cruz. Pero, esta vez, sobre su tumba.

    Aún hoy clarisa se sigue prostituyendo, aunque ya no sonríe más

**********

     Puede ser que tu encuentres, alguna noche, en alguna esquina, a una mujer, ofreciéndose como una flor. Si es así: Piensa un momento en ésta que le toco nacer en un ambiente hostil, y vivió enterrando sus raíces en duros pedregales que lograron torcer sus tallos, cuando le entregaba al mundo, que rara vez lo advierte, su sinfonía de colores, para después marchitarse en los helados vientos de un destino que, a algunos seres, les da poca o ninguna oportunidad.

     No le preguntes si es Clarisa, pero trátala como tal.
                                                                                                   NIDAEL DORÉ

Todos los derechos reservados.


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Nuevo Blog

Queridos lectores:
                            Esta es una ocasión de reconocimiento a todos aquellos que entran a leerme a mis páginas. A quienes se suscribieron por e-mail. A los que se agregaron como seguidores del Blog. A quienes me siguen desde Hotmail, Facebook o Twitter. Y también para todos aquellos anónimos que me visitan, porque aunque no dejen comentarios igual suman sus huellas al Blog. Gracias a todos, porque todos han hecho las 3000 visitas
acumuladas desde el 24 de Febrero a la fecha.
                           Como todos saben los últimos tiempos estuve publicando el libro de cuentos en capítulos "Mariposas de la noche" con gran alegría para mí al recibir tantos comentarios, dentro y fuera del blog. 
                          La publicación semanal dio como beneficio el permitir que se corriera la voz y se creara cierta expectativa para cada capítulo, pero tuvo como perjuicio que por la estructura de Blogger de exponer a la vista el último Post, me impidió realizar otras publicaciones, ya que dejaría de ser visible el último capítulo publicado. 
                           Por esto y por la favorable aceptación que ha tenido este libro de cuentos es que he creado un nuevo Blog especialmente para él, y ya lo he mudado en el mismo orden en que lo he publicado, incluso  trasladando todos los comentarios que, para mi, ya son parte propia de este libro. Así, que todavía podrán leerlo un tiempo más en este blog, pero más adelante sera borrado.
                               Aquellos que quieran leerlo completo solamente hagan Clic en el Enlace que he puesto en este mismo Blog o aquí:

http://fragilesmariposas.blogspot.com


                              Nuevamente muchas gracias

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domingo, 8 de mayo de 2011

10 Capítulo - Mariposas de la noche




POR INTERES BAILA EL MONO




      Maribel, era un cúmulo de ambiciones: peluquería, joyas, la mejor ropa. Esto lo recuerdo bien, lo demás su figura, su cara, se me presentan borrosas con el tiempo. Pero con lo primero alcanza y sobra para presentarla. No he conocido entre las mujeres de la noche, a quienes les gusta el dinero, a alguien más ambiciosa que ella. Era el típico ejemplo de "Por interés baila el mono".

       Sabía lo que quería y adonde apuntaba. Tampoco lo guardaba para sí, lo comentaba con sus compañeras: El sueño de ella era conocer a alguien con mucha plata, enamorarlo y que se la lleve, por supuesto, a una cómoda vida de lujo. Por esto, cuando veía entrar a alguno con ropa costosa, como un monito saltaba de su banqueta y corría a atenderlo.
     Como no tenía la habilidad de indagar escuchando, propia de las mujeres del oficio, arremetía directamente preguntando en forma de seguidilla.
        -- ¿Cómo te llamas ? ... ¿A qué te dedicas? ... ¿Eres casado...? --
      De ésta forma, conoció comerciantes, profesionales y uno que otro ejecutivo de empresa. Pero no conseguía enamorar a ninguno, más que lo que duraba una noche de placeres y algún que otro "bis" de una segunda visita.

       Hasta una noche...

      Un empresario textil marplatense de paso hacia la Capital Federal, hizo un alto de ruta para tomar unos tragos en compañía femenina.
       Lo atendió, por supuesto, Maribel.
       Al rato ya tenía registrado quien era él.

       Y mono fue, de que esos con chalequito de colores, lentejuelas y sombrerito con una flor, sujetando un jarro entre sus manos, en busca del sonido metálico de las monedas que le arrojaban sus ocasionales espectadores; acompañando a un hombre de barba cana, que alegraba, de antaño, las plazas con su organito callejero. Igual que esos, ella le hablaba, le sonreía y le bailaba, en busca de sus propias monedas, al son de la música del organito de su ambición.

       La primer moneda cayó dentro del jarro : Fueron las copas que le pagó.

       La segunda moneda: La costosa y larga "salida" a un hotel alojamiento, que le permitió mostrar de su arte lo aprendido y lo por aprender.

      Y la tercer moneda: La que lleno el jarro: En dos días, él, retornaba a su ciudad y la invitaba a acompañarlo y pasar así el verano en la costa.

      Ella, comentó con las demás su intención de aceptar.
      -- ¡Pero, es muy viejo!, ¿Cuántos años tiene ?
      -- Sesenta. 
      -- ¡Estás loca!
      --  Mejor, si me lo engancho, ¿Cuánto me va a durar?

      Y se fue nomás.

     Era fin del verano cuando apareció una noche por el boliche. Él había regresado por asuntos de negocios y ella le pidió que le permitiese pasar a saludar a las "chicas".
      Orgullosa mostraba a todas un costoso anillo de piedras preciosas, mientras contaba que él era viudo, sin hijos y estaba muy solo en la vida, por lo que le ofreció casamiento y ella aceptó. Se habían casado hacía apenas un mes y como regalo, para protegerla a ella, ya que la doblaba en edad, y en previsión de cualquier suceso trágico, había puesto su fábrica y propiedades a título compartido. Pero, lo más curioso que comento fue que, aunque al principio le interesaba sólo su dinero, al verlo tan bueno y dulce, con ella, había empezado también a quererlo.
     No hubo una que no la envidiara...
     El mono ya no bailaba al ritmo de la música que le imponían. Se había comprado el organito y era dueña y señora de elegir la melodía que quisiera escuchar.

    Eso pensaba, esa misma noche, mientras hacían el viaje de regreso. Cuando de pronto en una mala maniobra, el vehículo en que iban se estrelló, a muy alta velocidad, con el frente de un camión que venía en sentido contrario.

     Con algunas heridas, él, sobrevivió.
     Ella falleció al instante…

     El organito, rotas sus cuerdas, había dejado de sonar...

                                                                                  NIDAEL DORÉ

Este es el último capítulo de "Mariposas de la noche". Por lo que aprovecho para agradecer a ustedes, que lo han seguido, en este blog, en Twitter y en Facebook. Cada uno a su manera ha contribuido a dar ese calorcito que siente el escritor cuando recibe una cálida respuesta a su obra. Y gracias especiales a quienes contribuyeron con comentarios halagadores al pie de cada entrada. Va para todos un gran abrazo y una invitación para:

"Una vida llena de cruces"

El próximo Domingo 15 de Mayo de 2011


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