CUANDO CALLAN LAS PALABRAS
Un avión de gran porte se ubicaba en una de las dársenas
del aeropuerto, mientras otro buscaba el impulso para levantar su nariz y echarse
al volar.
En el área de embarque Melisa mira el reflejo de sus ojos
en esos otros ojos que se empañan junto a los suyos embriagados de amor-amistad.
Su amigo de tantos años ha venido a despedirla. Se va en busca de nuevas oportunidades hacia
lejanos horizontes donde la distancia pondrá peros a su realidad. Su corazón
salta en el pecho empujando palabras que nunca logró pronunciar y una vez más,
su boca muerde esos mismos “te quieros” en el borde de la comisura; junto
con el labio que los vio expirar.
Circundantes, abarrotados carros de equipajes cargados de
verdes, soles y mares presintieron, mirando a ambos, sentimientos imposibles de
ocultar y un sinfín de valijas, ajadas de millas, sisearon sus ruedas, apuradas viajeras, con suspiros al pasar.
Mudos fueron el “te amo”, el “desde siempre” y el “sin
medidas” que no se supo entregar.
Melisa se apretó fuerte contra su pecho, deseando que ese
mágico instante no terminara nunca; que los relojes de la terminal rompieran
agujas y callaran tic-tac, desde ese mismo momento y para toda la eternidad. Pero, los altavoces, llamaron a embarque empujando
a urgirse a besos y adioses.
En la escalinata de aborde, volvió su cabeza y el llanto
instalado en sus ojos y el dolor en su alma parieron, por fin, el grito de un -
¡Te amo! – que intento recorrer la distancia sin lograrlo alcanzar
Melisa no supo entrever que, él también, sufría de amor.
El pájaro metálico silbó sus motores al corretear la
pista y, con un destello de plata, se lanzó hacia el cielo azul que abrió un instante
un breve espacio entre sus nubes para cerrarlo luego en el abrazo blanco de un
nunca más…
Dread Mar I - Tú sin mi
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