sábado, 29 de octubre de 2011

Las zapatillas rosas


LAS ZAPATILLAS ROSAS



Mariluz, nació en Argentina.  Pero sus padres eran inmigrantes llegados de España. Ellos desembarcaron en esta tierra cargando grandes baúles repletos de vestidos con encajes  y opulenta sastrería. Además de extensos manuales no escritos de arraigadas costumbres de buenas maneras y cortesía. Traídos desde la madre patria.

Fue así  que  al llegarles una hija, volcaron en ella todas las expectativas y los sueños de convertirla en una gran dama.

Desde niña, dividieron su día, con clase de inglés y francés, por las mañanas. Luego asistía al Colegio de las hermanas de la Inmaculada Concepción y a su regreso por las tardes: lunes, miércoles y viernes un profesor de música con piano y canto en el centro de la sala, Sin olvidar los martes y jueves donde una eximia ex-bailarina, frente a un gran espejo, le daba instrucciones para  pasos de danza.

Solamente el fin de semana  podía  intentar ser niña , jugando en el jardín, con amigas, a la gallinita ciega, al contá que me escondo o a la mancha quemada.

Toda la semana era harto estudio, interrumpido tan solo cuando corría hacia la corneta que hacía sonar  el muchacho que traía los víveres desde el supermercado de la otra cuadra. Al que ayudaba acarreando las bolsas, hasta la alacena, desde la puerta de su casa.

Y así pasaron los años:

Mañaneros “good morning sir”  y  amables “merci bien”.

Coloridos libros de escuela en la rueda – rueda haciendo palmas

Una escalera de teclas, en el piano, elevando, notas y cantos al aire donde eran atrapados por las caminatas en “point pie”

Hasta que llego el día,en que dobló y guardó en aquellos  mismos viejos baúles, sus cortas polleras y blusas de niña, sus juguetes y las muñecas que hablan. Cubriendo a la vez sus femineidades con corpiños y enaguas, cerradas blusas y faldas largas.

Mariluz, ya toda una mujer  y educada  en  miles de horas de estudio, como soñaban sus padres, se convirtió en esa gran dama. Ellos esperaban, muy pronto, casarla con algún afamado doctor en leyes, doctor en salud, o cualquier otra honoris causa. Pero ella sabía, muy bien, de estos planes... y de verdad no le gustaban…

Por eso, una tarde, en plena clase de baile, al escuchar el sonido del claxon que la llamaba, se descalzo y cruzó corriendo el jardín y ya en la calle, revoleó bien alto, sus zapatillas rosas de baile y se sentó a horcajadas, acomodando el tu-tu sobre la caja del triciclo de reparto, para escapar juntos pedaleando como en un final de una película de Spielberg.  Arrebolados, los dos, y  llenas de amor las almas.

Atrás quedo la calle, silenciosa y vacía, Con un par de zapatillas, colgando  en los cables, que columpiadas al  viento,  ejecutan  “cou-de-pie” de danza.

*

Video sugerido: Pasos de baile con Fondomusical de Into My Arms – The maine
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