domingo, 11 de septiembre de 2011

BELLEZA DE UNA TIERRA ROJA


BELLEZA DE UNA TIERRA ROJA



Kuarahy, el sol, no se esconde en el Paraguay simplemente muere desangrándose sobre el cielo de la tarde volviendo más roja todavía a la tierra que sustenta. Tierra que de por sí sangra por sus propias heridas: La tala brutal de sus árboles, el corte de los brazos de sus ríos y las entrañas abiertas de sus montañas en la entrega incesante de mineral  devolviendo, todo lo que era fértil, en un panorama estéril y desolado. En ese país y bajo la atenta mirada de Tupá, el dios supremo, había nacido Carmen.

Creció acumulando toda la belleza de la raza guarany. Así, la luna abandonaba sus aposentos, detrás de las nubes, para bañarse con ella y dormirse sobre su piel. La noche soltaba sus corceles para el galope salvaje entre sus cabellos soltando estrellas entre sus ojos y la blanca espuma de las cataratas se metió en su boca para sonreír.

Fue justamente eso, su belleza, la que le ofreció tantas oportunidades en su vida, sus primeros trabajos como promotora, después algunos modelajes en fotos y pasarelas y en los últimos tiempos uno de los primeros puestos en el concurso de Miss Paraguay.

Pero, llegó el amor. Desde otra tierra diferente a la de ella, muy al norte de su continente. Él era miembro del cuerpo de ayuda humanitaria de  la embajada de su país y estaba con un contrato de asistencia a las poblaciones indígenas del Paraguay.

Fue conocerse y  enamorarse perdidamente, uno del otro…

Ella sonreía, cada tarde, al escuchar el tosco castellano de él, y él le enseñaba, algunas palabras en inglés mientras caminaban sobre senderos de lajas, con verdes enredaderas trepando en altos árboles, abrazándose con ellos, de la misma manera que Carmen se colgaba del cuello masculino para entregar su boca, repleta de miel, y los helechos custodiaban su paso., en tanto los pájaros entre las ramas gorgeaban para ellos su alegría de vivir.

Juntos, los dos, y por varios meses, tejieron sus sueños, mientras él le contaba de su gran ciudad con largas avenidas repletas de automóviles y gente. Con subterráneos corriendo debajo de la tierra y cientos de aviones surcando los aires, cada día. Una ciudad llena de monolitos gigantes elevando hacia el cielo sus penachos, hasta acariciar las nubes, en una muestra de orgullo de cemento y cristal.

Llegada a su término la misión, de él, para la que había sido designado regresó a su país y Carmen lo acompañó. Ambos sabían que no iba a ser fácil. El debía terminar sus estudios antes de lanzarse a una carrera y ella lo ayudaría trabajando en lo que fuera, hasta que pudiera  conectarse para modelar.

Al  par de meses, de vivir juntos,  llenos de amor, entusiasmo y alegría. Vieron que sus sueños comenzaban  a cumplirse: Consiguieron en alquiler un pequeño departamento a un bajo precio y encontraron para él una plaza donde recomenzar sus estudios y para ella un contrato de trabajo como camarera del restaurante Windows on the world en el piso 106 de un alto edificio, con apoyo a una residencia provisoria que había tramitado él en base a unos contactos.

Como todas las mañanas Carmen, sonreía mientras preparaba el comedor tres horas antes del almuerzo. Con gran dedicación colocaba en orden preestablecido copas, vasos y cubiertos sobre las mesas. Pensando en lo inmensamente feliz que era al estar con la persona que amaba en ese gran país que le había abierto de par en par la puerta de las oportunidades para que sus sueños comenzaran a hacerse realidad.

En esto estaban sus pensamientos, cuando de pronto…un fuerte reflejo de sol le hirió fuertemente los ojos, seguidamente Carmen vio la sombra negra de un gran pájaro ensombreciendo las ventanas y provocando una fuerte explosión 8 pisos más abajo que produjo la rotura de casi todos los cristales, Una gran bola de fuego trepó velozmente desde los pisos que le separaban, consumiendo al instante todos sus sueños y su propia vida en un coctel infernal de fuego, humo y derrumbe, en un país que no era el suyo y en una guerra que ni siquiera conocía., Y que nadie hasta el día de hoy puede entender.

Eran las 08.46 del martes 11 de septiembre de 2001. El Boeing 707 del vuelo 11 de American Airlines  con 81 pasajeros a bordo se estrellaba sobre la torre norte del  World Trade Center en Nueva york. 17 minutos después un segundo avión embestía la torre sur. Casi 3000 personas morirían ese día y unas 6000 más saldrían heridas en un atentado que sobre pesa en lo trágico e incompresible.

(Aunque normalmente publico los sábados, me fue inevitable contar esta historia el día de hoy, Al igual que otras es totalmente verídica. Tuve la oportunidad de conocer personalmente a quienes describo, durante mis años de trabajo en el Paraguay como segundo responsable al frente de una consultora sobre temas ecológicos contratada por el gobierno de ese país . Por cuestiones imaginables, esta vez, he cambiado el nombre de la protagonista.)


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