martes, 28 de febrero de 2012

UN AÑO


UN AÑO



Hoy cumple un año mi blog y no sé cómo festejarlo…

No sé si está bien colgar esta entrada conmemorando.

No sé si está bien escribir al amor en un mundo con tanto hambre y desgracias

No sé si merece este blog las 26000 visitas que tuvieron 75 entradas

No sé si está bien más de cien seguidores suscriptos a la página.
(¿Como responder a todos si fuesen más?)

En verdad no lo sé…

Pero, lo que sí sé: Es que estoy feliz de que hace un año decidiera lanzarme a las redes y de que hubiera tantos brazos para la cariñosa acogida que me brindaron.

Que escribo intentando revalorizar el amor para lo que pongo mi grano de arena y mi corazón en cada palabra.

Que les pido perdón si algunas veces mis publicaciones han  mostrado alguna que otra falta, no me respaldan académicos estudios, ni clases literarias. Tan solo es una vida, por demás vivida, la que con instinto y ganas toma mi mano para dibujar palabras.

Que cada visita anónima a este blog justifica mi posta. Porque aunque no sé quién me lee el saber que me leen me alegra y me basta. Pero si alguien a más de leerme comenta lo leído y después se enlaza me vampiriza a tal punto que lo sigo hasta su casa para hacerlo mi amigo y beber de su sabia/savia.

Y que cuando encuentro los nombres, ya familiares, de cada uno de ustedes encabezando comentarios al pie de mis entradas me hacen desear ser un hombre con  brazos muy largos como para abarcarlos a todos en un solo abrazo y decirles…

¡Gracias!... ¡Mil Gracias!

viernes, 24 de febrero de 2012

TIERRA ESTERIL


¡Hola a todos! 
Hoy publico una historia real, con el permiso de María del blog 


Es la historia de un primer amor, ese que nos marca. 
Espero haber cumplimentado con mis palabras lo que ella esperaba de esta historia al entregármela con toda su confianza


TIERRA ESTERIL



María, Con sus jóvenes diecisiete años estaba a punto de conocer el tiempo imperfecto del verbo amar: Amaría iniciando el camino de, como toda adolescente de adolecer y no dentro de la acepción de esa palabra como carencia de algo, sino en la aplicación propia de su más cercano sinónimo: Sufrir.

Se había enamorado de un chico dos años menor que ella, lo que no hacía diferencia alguna a la hora de sus despertares. Con él se lanzó a recorrer los caminos donde el amor, la excitación y la pasión, aguardaban:

Estrellaron sus bocas, en los primeros besos, que les supieron a fuego alimentando escozores en una piel que hacía su entrega a sensaciones inexploradas.  

Con hambrientas caricias hurgaron dentro de sus propias geografías buscando aquellos inhabitados rincones donde encontrarían las llaves para abrir el arcón de los suspiros de alma.

Y se extasiaron, juntos, inventando palabras,  susurrantes del oído, hacedoras de cosquillas y carcajadas.

Y en la liviandad del peso deseado, crearon estremeceres para cada uno de sus cuerpos, prisioneros voluntarios del ímpetu de sus acaloradas ansias.

¿Quién no vivió con fuerza su primer amor? ¿Quién no lo imagino eterno, inquebrantable y sin trampas?

María, ofrendó voluntades al sentimiento que le roía por dentro y quemaba agigantando deseos de echar raíces en ese corazón que le había robado el alma, Pero. Al igual que esas semillas que son expulsadas de su vaina y vuelan atrapadas en el viento o son impelidas a navegar los torrentes de chubascos y chaparradas: Mala tierra encontró en el suelo. No pudieron sus radículas beber las sales vitales para que el embrión cruzara la testa en busca del cielo, del sol y del agua.

Mal de aquella semilla que cae en el polvo, en arena o en piedra, no tendrá la dicha de ser germinada… Mal de aquel amor que, feliz y en pleno apogeo, ve truncar, de pronto, su destino y se apaga.

Desvasaron, los relojes, las arenas del tiempo tapando con sus cúmulos ese amor que se prodigaban: Ella viajó lejos por trabajo. Él encontró en otra mujer el consuelo que necesitaba. Ella, esperó explicaciones en un frente a frente. Él tan solo levantó el teléfono y advirtió que terminaba. Quizás no hubo culpas y fue tan solo el desatender un sentimiento que agonizaba a la distancia.

Fue un golpe fuerte para María. Se entristeció. Se acongojó  y lloró… y  todos los verbos terminados en “o” que se dieron cita para ganar los espacios del dolor de su alma.

Sufrió… Pero, también aprendió…

Aprendió que se puede cambiar las palabras escritas del karma. Que a veces alcanza con tomar los colores y pintar sonriendo una nueva mandala.

Aprendió que no es casual que el polvo se acumule en el desierto: El polvo es simplemente eso, nada más que polvo, no previene raíces, es estéril, sin vida, fecundidad de nada. Por eso le basta un nuevo soplo al viento para aventar la semilla de donde yazga. Una nueva tierra la estará esperando, más fértil, más sana,  para abrir sus entrañas y dejar que se instalen por fin sus raíces prodigando savia. Y entonces crecerá la planta entregando sus flores, al verse preciada. Igual, en el amor, es de esperar que al tiempo un nuevo corazón dará al otro corazón cobijo y morada y volverán a inventarse palabras susurrantes de oídos, en otros mañanas…

***

Esta es la historia simple de un amor que no fue.  Solo un cruce de caminos. Dos jóvenes en una quedada. Un amor hecho semilla sin la tierra deseada. Esta historia no es un acabose, tiene puntos suspensivos, María quiso que la contara. Tiene un final abierto para, quizás,  otra historia – Si ella, algún día, decide contarla – feliz volcaría mi entusiasmo al relato y en el publicando de alguna otra entrada.


Paloma San Basilio – Por qué me abandonaste
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sábado, 18 de febrero de 2012

COPAS VACíAS


AVISO: Aprovechando la nueva aplicación de Blogger de responder  anidado al comentario vuelvo a atender todos los comentarios que se alojen al pie de mis entradas. Confío en que esta nueva herramienta nos regalará una presencia más cercana. 

COPAS VACIAS



Los colores de artificiales luciérnagas revoloteaban las paredes al replicar los destellos de la bola espejada que giraba en el techo. Los parlantes de la rockola, a un costado de la barra, sacudían afónicos la música seleccionada. El boliche desbordaba de gente que mecían sus cabezas como boyas de demarque atrapadas al curso de alguna marejada.

Sentada al mostrador, estaba Silvina, en una butaca, con piernas cruzadas. Reacomodó su postura para tomar un sorbo de su bebida. Con el dedo corazón de su otra mano  jugó borroneando la luna de agua que dejó su copa al levantarla. Sumida estaba en sus pensamientos. Prodigándose reproches, harta de sus días vacíos y sus noches desoladas.

De pronto sintió un escozor. Un frío extraño recorriéndole la espalda. Aún antes de encontrarlos intuyó los ojos que la miraban presintiendo el deseo que afortunó el vaticinio de su oscuro karma. Lentamente giró su cabeza, interrogando el semblante de las caras cercanas. Fue recién en el otro extremo de la barra donde encontró los ojos que enlazaron a sus ojos hasta marearla. Dos ventanas oscuras rebosantes de vértigo, estremeciendo cada uno de los poros de su piel y arrancando suspiros, que ni ella misma sabía que llevaba escondidos en algún recóndito lugar de su alma.

Una goma gigante se encargó de borrar a la gente. La música apagó su clama. Fue un encuentro de a dos. A solas ese ser y ella compartiendo deseos  a una hora avanzada en que los aquelarres se llenan de brujas y danzan, para estropear los  sortilegios y las buenaventuras que durante el día regalaron las hadas.

Perdieron conciencia  del paso del tiempo. No hicieron falta cercanías ni palabras. Estuvieron besándose, desde lejos, cada cual en el otro extremo de la barra. Fueron solo miradas, acariciando cada parte de sus cuerpos con el batir de las alas de sus pestañas. Mientras, los labios se volvían osados resaltando brillos de comisuras a comisuras al pasar de sus lenguas mojadas.

Pasaron minutos… o cuartos de hora. El tiempo se evaporaba junto al alcohol del remanente en las copas, ambas vacías, sobre el vidrio de la barra.  Estuvieron allí, mirándose, desde lejos. Entregando deseos al bajar de sus párpados y lanzando envites con mohines repletos de palabras calladas.

Sin demostrar prisa, Silvina, tomo su cartera y abonó la consumición. Volvió a buscar con sus ojos a esos ojos y con un leve cabeceo indicó que se marchaba.

Al trasponer la puerta caminó despacio. Nerviosa. Expectante. Esperaba oír los otros pasos por detrás de su espalda. Notó con sorpresa que sin quererlo estaba conteniendo la respiración y que dentro de su pecho el tun-tun de su corazón se agalopaba, Hasta que por fin unos metros más adelante los dedos de una mano hurgaron su mano para enlazarla.

Y así sin palabras. Se besaron largamente. Esta vez, los ojos enmudecieron sus miradas para mermar sus sentidos y descubrirse de a poco, con calma. Cada boca sorbió otra boca, cada mano surcó otra espalda. Cada cuerpo estrujó otro cuerpo intentando someterlo al capricho de sus ganas.

Y se fueron… caminando. Dos figuras femeninas, abrazadas, dibujando una sola sombra, que se alargó por las calles hasta esfumárse entre las primeras luces de la incipiente mañana.

Ana Torroja y Marta Sanchez
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sábado, 11 de febrero de 2012

CAZACONEJOS


CAZACONEJOS



La noche descansaba sobre sus propios lienzos de oscuras sombras con las que arropaba a la ciudad dormida. El vehículo de gran porte irrumpió de repente... y al girar en la esquina perturbó la calma de las calles vacías. Sus faros delanteros jugaban reflejos, en el asfalto mojado, sosteniendo las lunas blancas que le antecedían iluminando la calle por donde se adentraba. Metros más adelante un par de perros salieron al cruce ladrando al ronroneo del motor. Más por una simple costumbre que por propias ganas.

Amalia, repasó rápidamente las circunstancias que la llevaron a tomar las decisiones que culminaron con su presencia en ese vehículo, en esas calles y a esas altas horas de la noche. Todo fue consecuencia del accidente sufrido por su pareja quien se encontraría postrado por un par de meses sin poder trabajar e impedido de afrontar los gastos de su recuperación y la vivienda que alquilaban. Por eso ella salió a trabajar. Se sentía capaz de sacar esta situación adelante y no importaba lo que tuviera que hacer para sortearla. Aunque, ahora que lo pensaba. quizás exageró, cuando le dijo que estaba dispuesta a cualquier cosa a ese hombre extraño que la entrevistó antes de contratarla.

Un soplo del aire frío de la noche se coló por su cuello y la  hizo estremecer. Reacomodó con su mano libre  la capucha que cubría su cabeza y cerró hasta el tope el cierre del pecho de su mono, mientras con la otra mano sujetaba con fuerza el tubo de metal que a partir de esta noche y por muchas más, debido a la peligrosa tarea emprendida, se volvería vital para sustentarla.
Y allí estaba, Con la ropa húmeda, nerviosa, asustada, escudriñando la calzada. Podría decirse de ella cualquier cosa menos que en cosas del amor no se jugara.

De pronto a la luz de los faros divisó los primeros dos conejos a un costado del camino. Miró hacia adelante y hacia atrás del vehículo para comprobar que nada obstaculizaba su trayecto y se lanzó a la carrera y con una agilidad impensable atrapó a los conejos por sus orejas y con ello en mano saltó nuevamente, sobre el pescante trasero del vehículo en marcha.

Al doblar en la esquina  Amalia tuvo que sujetarse fuerte del tubo de su pasamanos, para no caerse: Mientras los neumáticos dejaban su llanto sobre el cemento en la noche cerrada.

Sonreía pensando en que le contaría a su amor cuando le preguntara como había sido su primera jornada cuando la bocina de su vehículo la llamó a la realidad: Su tarea no había terminado. La empujaba el amor y debía atrapar más conejos de orejas atadas. Faltaba aún recoger la basura de esa y de otras doscientas sesenta cuadras.

Lo hare por ti - Paulina Rubio
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sábado, 4 de febrero de 2012

Desencuentros numerados


¡Hola a todos! Estoy de vuelta. Lo que pretendía ser unos días de descanso se convirtió en un mes sabatico. Que bastante bien me hizo pues vengo renovado y con muchas ganas de rehacer contacto con ustedes. Poco a poco los ire visitando para actualizarme en sus publicaciones y comentarlas. Gracias a todas esas personas que se preocuparon preguntando por mi en correo privado. Y gracias a todos por igual, porque sé que siempre están.

DESENCUENTROS NUMERADOS



El cliente del servicio de telefonía fija marco con enojo el 112 y con ánimo  impaciente se enfrento al audio que le era devuelto, por una voz femenina, en una grabación a través del auricular:

-“Bienvenido al 112 de Telefónica. Para adquirir una línea deberá comunicarse al 0800-XXX-XXXX. Para su mejor atención ingrese el número telefónico por el cual desea hacer la consulta. Al hacerlo recuerde ingresar el código de área de su ciudad . Por ejemplo el código de área de donde usted está llamando es 0XX …- bip bip… bip bip …

Lorena. Estaba feliz con su nuevo trabajo, por eso no comprendía el desacuerdo con su novio. El estaba equivocado. No podía echarle en cara nada. Y mucho menos como lo hizo diciendo que ella anteponía su empleo a todo.

Que en la última reunión con amigos, en la confitería, ella se la pasó meta  – “Que un cliente esto…que un cliente lo otro…” y bla bla bla…bla bla bla… bla bla bla.

Que cuando fueron a cenar  a la casa de él, con sus padres, ella no paraba con “Hoy en la última llamada del día…”  bla bla bla… bla bla bla… bla bla bla.

Y. Lo que es peor. Cuando estaban a solas  ella no cesaba en ningún momento de comentarle que – “Hoy pasó esto… y después pasó lo otro”…Bla bla… bla bla

No es que ella fuera cabezona, ni caprichosa, pero no entendía su disgusto. ¡A ver! El tema con sus amigos… ¿Qué hay con eso?... Acaso la petisa, cuando se peleo con su novio ¿No fueron dos semanas de dale que dale con ese temita? ¿Y quién dijo algo?… ¿Eh?... ¿Quién?...Y cuando el Colorado se compro la moto… ¿Qué?... ¿No era todo moto, moto y moto? ¿Y…?
Y los padres… ¡Ay…los padres!... - Que nuestro hijo esto…que nuestro hijo aquello – y no había otra cosa de que hablar. Siempre igual.

¡Ah!... Y cuando estaban a solas… ¿Acaso él hablaba?... Horas mirando la tele, solo en cortes publicitarios alguna que otra palabra. ¡Que si no era el futbol! ¡Las carreras!... ¡Que si no el tenis y… todo ese maldito canal Sport de porquería!

No era justo que ahora se viniera con esa… ¡No señor! …No iba a dar el brazo a torcer aunque se le cayeran las lágrimas. Como en este mismo momento en que lloraba…

Ella lo quería… ¡Ay! ¡Cuánto lo quería!...

Pero no iba a ceder ni un ápice en lo que pensaba.

Con los ojos empañados, miró el atardecer a través de los cristales de su ventana y vio un  hatajo de nubes blancas apretujándose  y ofreciendo su algodón para el agostado de su llanto, por pura compasión, nada más, a cambio de nada. Soltó el peso de su espalda al respaldar del sillón y estiro las piernas un momento. Con su mano izquierda acomodo el micrófono delante de su boca mientras miraba, cómo, el cable del auricular se ensortijaba alrededor de su dedo índice.

Por decima cuarta vez el cliente marco el 112 . Esperando tener suerte esta vez…

…- Si lo que desea es comunicarse con un representante de nuestra empresa marque 4 y aguarde en línea que será atendido…- Bip…

Un zumbido agudo sacó a Lorena de sus cavilaciones…

-¡Hola. Buenos días! Mi nombre es Lorena . ¿En qué puedo ayudarle?...

La voz de él resonando del otro lado de la línea le pusieron rígidas las facciones de la cara, su pulso se aceleró y por un momento titubeó al contestar… entonces afloraron sus días de entrenamiento y las largar horas de trabajo en el Call-Center y con voz impostada a grabación respondió:

-Si lo que usted quiere es retirar su ropa y sus CDs. Marque 1...

-Si quiere visitar el gato que me regaló y ahora es mío. Marque 2...

-Si lo que quiere es despedirse de mí. Así sin nada más. Marque 3...

- Ahora si lo que quiere es pedirme perdón por todo lo que me ha dicho. Porque me sigue queriendo y está loco por mí. Puede retirar la llave que está debajo de la maceta roja al lado de mi puerta y esperarme, rebosante de amor y desnudo en la cama, hasta que finalice mi horario de trabajo y regrese a casa.


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